El día de hoy, miles de venezolanos iniciaron el retorno a casa luego del éxodo de Carnaval, solo para darse cuenta que regresaron disfrazados de venezolanos más pobres.

“¿Qué el dólar qué? ¿Simadi? ¡¿175?!” fue lo que exclamó, al regreso de Morrocoy, Javier Perales; un venezolano que ni siquiera con el espejo del ascensor de su edificio pudo percibir su nuevo disfraz de pobre. “Yo lo estaba sospechando, pero me fui haciendo el loco. El primer indicio fue cuando fui pagar por 4 pescados para la familia en la playa y fueron 2 palos. 2 palos, mi clave: un espinero maldito. Yo le dije al mesonero que se había equivocado de cuenta, pero no, chico. Resulta que es que ahora yo soy pobre. Todos los somos. ¿O no te has dado cuenta que tú también cargas el disfraz” respondió a nuestro pasante subpagado el señor Perales, quien vestía la misma ropa de hace 3 años porque un pantalón cuesta el equivalente a un sueldo mínimo.

Carros, apartamentos y televisores fueron algunos de los artículos que se convirtieron en algo exclusivo para las clases más pudientes. “Yo no sé qué pasó, pero volví de vacaciones y me di cuenta de mi disfraz de pobre, hasta el olorcito a pobreza se nos está pegando, gracias a la escasez de champú y de jabón. Lo peor es que no logro quitármelo. Fui a pagar el seguro del carro —cosa que antes cualquier persona de clase media podía hacer— y ahora resulta que es casi la mitad de mi sueldo. En verdad no sé qué hacer con este disfraz nuevo. No joda, habiendo tantos disfraces de pinga, como de Christian Grey, de Steve Jobs o de Lorenzo Mendoza, y venir a pegárseme este disfraz de pelabola” explicó Daniel Gutiérrez, de 34 años, quien aseguró estar mentalizado a que va a vivir arrimado donde sus papás toda el resto de su vida.