Johanna Pérez, una maestra del colegio Primeras Luces Patrias de Maracaibo, celebró el Día del Maestro disfrutando en secreto al ver como Carlitos, el niño más inquieto y travieso de su curso, se hacía pipí encima. Mientras el niño buscaba desesperadamente cómo esconder su accidente de sus compañeritos, Pérez esbozaba una discreta sonrisa de medio lado. «Digan lo que quieran de mí, que soy una porquería de persona o lo que sea; no me interesa. Este momento es la gloria. ¡Ufff, me lo estoy disfrutando como no tienes idea! Míralo como está que llora, el maldito ese. Ese coñito es un terremoto. La otra vez me escupió en la cartera, me haló los pelos, me puso unas tachuelas en la silla y me gritó delante de todo el mundo que su señora de servicio hacía como 15 veces más plata que yo. Y ojo, que todo eso fue en un mismo día, y eso cuenta como un día bueno, porque cuando está de malas es cien veces peor que Mandinga. Además, ultimadamente: hoy es mi día, déjenme tranquila disfrutando este momento maravilloso. Tráiganme unas cotufas, que ya los amigos se están dando cuenta y empezaron a chalequearlo. Ojalá se cague encima cuando se burlen de él» dijo Pérez, mientras pagaba el 20% de su sueldo por un guayoyito pequeño.