Emigración de médicos no trae consecuencias gracias a emigración de pacientes

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Emigración de médicos no trae consecuencias gracias a emigración de pacientes

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Todos los expertos parecen coincidir en las graves consecuencias que tiene la emigración de profesionales venezolanos para la sociedad. Sin embargo, este proceso tiene su excepción: el éxodo de médicos, ya que la enorme emigración de pacientes hace que no hayan afectados por la carencia de profesionales de la salud.

«Yo me vine a Panamá en 2013, y al año siguiente mi médico vino a raspar el cupo, perdió el avión y se quedó aquí. Dijo que para qué iba a volver, si todos sus pacientes se habían ido»

–María Jiménez

Tal es el caso de María Jiménez, que cuando emigró a Panamá en 2013 estaba siendo tratada por una sinusitis crónica. Ella terminó siendo tratada por quien fuera su médico en Venezuela, pero en la nación centroamericana. «Yo me vine a Panamá en 2013, y al año siguiente mi médico vino a raspar el cupo, perdió el avión y se quedó aquí. Dijo que para qué iba a volver, si todos sus pacientes se habían ido. Para mi fue una sorpresa reencontrármelo aquí, en una protesta frente a la Embajada. Así que prácticamente lo de la emigración y sus consecuencias se cancela. ¿Qué importa que los médicos se vayan si no tienen a quién tratar? Además, la poca gente que queda en Venezuela o es santera o nihilista o creyente de la sábila y la buena vibra» dijo Jiménez, mientras decía a su doctor que le tocaba traer hielo para la parrilla del domingo.

El doctor Aníbal Quintana, uno de los doctores que trasladó su consultorio de Caracas a Miami, explicó su visión del asunto: «en Venezuela la situación es terrible, eso ya lo conocemos. La escasez fue lo que hizo que terminara de irme. Me refiero a la escasez de pacientes. Cuando mi secretaria, que se vino conmigo, revisaba la agenda, veía puras cancelaciones. Que si este se fue a Madrid, este a Barcelona, a Buenos Aires, a Bogotá. El último año me quedaban apenas dos pacientes. Así que esperé que se murieran y cerré la clínica. En el avión venían conmigo el vigilante, el chamo que toma los rayos X y la antipática del laboratorio. Además de 60 pacientes más, que me los traje porque se habían quedado a la deriva, sus doctores se habían ido ya. Una lástima.»

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