"Todavía puedes estudiar otra cosa" dice mamá a Licenciado en Filosofía de 47 años

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"Todavía puedes estudiar otra cosa" dice mamá a Licenciado en Filosofía de 47 años

Durante un almuerzo efectuado esta tarde en la casa de la familia Piña, se produjo una discusión entre la señora Ana María y su hijo Gabriel, de 47 años, luego de que este comentara que no se sentía tan a gusto con su trabajo actual, el cual no tiene nada que ver con la carrera que estudió por 4 años: Filosofía. A esta revelación, la señora Ana María respondió que aún estaba Gabriel “a tiempo” de estudiar alguna carrera más lucrativa.

Hablamos con la señora Ana, quien confesó que —en el fondo— sigue decepcionada de las decisiones académicas tomadas por su hijo hace más de 3 décadas: “Ese muchachito mío nunca ha sido el más pila ni en el trabajo ni el amor. Mucho menos en la decisión de su carrera. Debí haber dejado que estudiara Letras; pero no, él se empeñó con estudiar Filosofía. ¿Y para qué? Esa pura pensadera no le puede dar nada bueno a nadie, chico. Yo me acuerdo que llegaba a la casa llorando porque no sabía si el huevo o gallina eran ilusiones, algo así me dijo en ese entonces. ¡Ah, pobre hijo mío! Ya le dije que no era muy tarde para estudiar otra cosa. Lo vi muy frustrado hoy, pero yo le dije que eso iba a pasar por estudiar Filosofía. Todavía está a tiempo para hacer un técnico, por lo menos, algo que le dé herramientas al mundo real. Eso sí, ya no se lo pago yo” comentó la señora Ana, quien todavía cree que su hijo está joven para luchar por sus sueños.

Por otra parte conversamos con Gabriel para conocer su opinión sobre la propuesta hecha por su madre: “¿Ponerme a estudiar otra cosa a esta edad? Me pone en una aporía, una paradoja irresoluble. A mí me da pena decirlo, pero Mamá en eso siempre fue muy kierkegaardiana. Ella cree que uno con ponerle fe a las cosas ocurren, despreciando por completo la causalidad, la epistemología y los principios motores que ponen a andar al Universo. Yo mejor me quedo tranquilito en mi puestucho de mierda de venta de celulares y ya. ¡Quién carajo me mandó a mí a abrir la boca! ¿Dios? ¿O mi mismo libre albedrío? ¡Qué angustia!” afirmó Gabriel, mientras saqueaba la nevera de su mamá.

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