Cuando la señora Carmen Ramírez le pidió hoy a su hijo Matías, de 7 años, que la acompañara “un momentico” a la panadería, este aceptó ignorando por completo que ella ya tenía planeadas otras 4 diligencias.

Nuestro pasante subpagado aprovechó su segundo trabajo de bolsero en un supermercado y conversó con Matías, quien se encontraba haciendo la cola en una caja mientras su mamá buscaba en algún pasillo un producto que olvidó: “Ay no, ¡qué fastidio! Tengo dando vueltas desde las 10 de la mañana cuando le dije a mi mamá que sí, como un mismo gafo, para ir con ella a la panadería. ¡Es que me prometió que me iba a comprar algo rico! Sí, lo sé, fui el propio gallo, caí en su trampa; ¡tú no te burles mucho que aquí el único conejo en este cuento no soy yo! Bueno, después de la panadería me dijo que fuéramos rapidito a preguntar algo en la farmacia y así poco a poco terminé pagando la luz, dejando una ropa en la tintorería, viendo telas y ahora aquí comprando unas cositas para la casa. Estoy aburrido. Lo bueno es que ya mi mamá me dijo que ahorita si nos iríamos a la casa” dijo Matías sin saber que aún le faltaba ir a casa de una amiga de su mamá a tomar café.