Joven que decide estudiar ingeniería mancha el honor de estirpe de cuatro generaciones de gestores

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Joven que decide estudiar ingeniería mancha el honor de estirpe de cuatro generaciones de gestores

Gabriel Rodríguez, un joven caraqueño de 12 años de edad, mancilló hoy el honor de su familia, una orgullosa estirpe de cuatro generaciones de gestores, al anunciar que quería estudiar ingeniería cuando sea grande.

«¡Espero que Dios me lleve antes de tener que verlo de toga y birrete, en vez de estar macollando en los tribunales, con su agendita bajo el brazo!»

–Gustavo Rodríguez

Su padre, Gustavo Rodríguez, dueño del récord mundial de gestión de pasaporte —unos sorprendentes 14 minutos, certificados por el Libro de Récords Guiness— explicó lo decepcionado que se siente tras escuchar la decisión de su único hijo. “¡Vergüenza! ¡Este niño sólo ha traído vergüenza! ¡Esto es una mancha para un apellido como el nuestro, un apellido que resuena por todos los rincones de la Patria como sinónimo de gestiones, epítome de chanchullos y marramucias, enseña de la gestión bajo cuerda! Este niño no solo está tirando su futuro a la basura, sino que está deshonrando a la familia. Son cuatro generaciones en este rubro, ¡cuatro generaciones! Su tatarabuelo Nicanor fue el primer Rodríguez gestor, y no un gestor cualquiera, no: sino el que le movió el pasaporte y las visas a Cipriano Castro para que se fuera a Europa. Su bisabuelo, Anastasio, logró ser el gestor personal de Gómez: el Benemérito no hubiera podido mudar la capital a Maracay si no tenía alguien de confianza en Caracas haciéndole sus papeles, ¡así sería de bueno el viejo Anastasio! Luego vino su abuelo Raúl, mi viejo querido, que fue el gestor de los primeros presidentes adecos. Llevó el arte de la gestión al siglo XX, le dio nuevos aires, lo adaptó a todo un mundo de corrupción que era algo desconocido. Y luego yo, que bueno, nunca fui tan grande como todos ellos, pero humildemente logré tener mi propio escritorio en una notaría, ¡ahí sí se movía plata que daba gusto! ¿Qué he hecho mal? ¿En qué he fallado? ¿Cuál fue mi karma, para sufrir esto: mi propio hijo, carne de mi carne, el heredero del apellido Rodríguez, renegando de sus raíces, queriendo una vida honesta! ¡Qué asco! ¡Aquí mismo lo desconozco! ¡Espero que Dios me lleve antes de tener que verlo de toga y birrete, en vez de estar macollando en los tribunales, con su agendita bajo el brazo!” sentenció un compungido señor Rodríguez, mientras sacaba a su hijo del testamento, que incluye un sobre manila y un celular Nokia con saldo ilimitado.

Por su parte, Gladys González, la madre de Gabriel, reprochó las actitudes de su esposo. “A mí siempre me ha chocado todo este cuento de Gustavo, que si de la sangre y la estirpe, cuando lo que siempre han sido es una pila de corruptos y tracaleros. Poniéndose así no va a lograr nada. Para mí tampoco es fácil afrontar que Gabito se va a dedicar a algo distinto a los que no ha traído la comida durante años, pero bueno al final lo importante es que sea feliz”.

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