Ciudadano de a pie se compra un carro y su opinión deja de importar

Gente

Ciudadano de a pie se compra un carro y su opinión deja de importar

Este jueves, Carlos Ramírez, un joven venezolano de 25 años de edad, logró hacer realidad el sueño de comprarse por primera vez un carro gracias al fruto de su trabajo —sí, gracias a Axie Infinity—. Al momento de recibir las llaves de su nuevo automóvil, se pudo sentir un cambio en el ambiente, pues Carlos dejó de ser un ciudadano de a pie y por lo tanto ahora su opinión dejó de importar. Expertos en opinión pública trataron de minimizar el hecho asegurando que igual su opinión nunca importó ni para su familia ni para la sociedad.

Enviamos nuestro pasante subpagado hasta la casa de Ramírez, pero como su opinión ya no le importa a nadie, ni se molestó en grabar o tomar notas. Luego de escucharlo durante unos 15 minutos emitir sonidos sin importancia, nuestro pasante le pidió la cola a Ramírez, ya que no tenía para el pasaje. Una vez de regreso en la oficina, Erwin Von Esse, presidente de Chigüianálisis nos dio una profundísima perspectiva social y estadística sobre por qué la opinión de Ramírez dejó de importar tan pronto cambió su status de transporte. “En este país nosotros los encuestadores nos desvivimos por sondear la opinión del proverbial ‘ciudadano de a pie’, porque ni modo que nosotros los encuestadores vamos a entrevistar a personas manejando por las calles o las autopistas; aunque quisiéramos, los motorizados manejando entre los canales nos lo impedirían. Y a ese Ramírez lo conozco, era uno de esos ‘ciudadanos de a pie’ que tenía una opinión para todo: de la oposición, de la economía, de geopolítica, de Afganistán, de Cuba, de Trump y Biden, de los videos de Camilo y Evaluna, ¡de todo siempre hablaba! Te digo algo: menos mal que se compró su carrito. ¡Menos mal! Usado, porque en este país el que puede tiene que apuntar bajo, tú sabes cómo es todo. Pero que Dios se lo proteja y se lo cuide, para que no vuelva a ser un peatón más nunca. Así ya no tenemos que escucharlo”, finalizó Von Esse, mientras le tiraba encima el café a nuestro pasante porque le había quedado muy caliente.

PUBLICIDAD