Emblemas de una época menos dramática que se recuerda con nostalgia, los autocines siempre fueron sinónimo de hormonas alborotadas. Tener dos horas de privacidad en un ambiente oscuro, seguro y acogedor permitió a muchas parejas dar rienda suelta a sus pasiones. Sin embargo, el precio actual de los autocines ha hecho que muchas parejas que iban al autocine a matar queso cambien radicalmente sus dinámicas.

Luis y Sofía son una pareja caraqueña joven que aún viven sus meses de “etapa de luna de miel”. Ellos acostumbraban a ir a las salas de cine para hacer todo lo que una pareja puede hacer en la oscuridad sin mucho ruido. Ahora, con los nuevos autocines, el impacto del precio fue tal que sintieron que le faltaban el respeto a sus bolsillos si no le prestan atención a la película: “Los dos vivimos con nuestros respectivos papás porque el tema del alquiler está muy fuerte, hermano” afirmó Luis, a la salida de uno de estos novedosos autocines. “Nuestras escapadas al cine eran el mejor momento para hacer cosas, ¿sí me entiendes? Pero ahora y que cuarenta verdes para ‘ver’ una película. ‘Tan como locos. Con esos precios así no provoca ponerse sexoso sino tratar de sacarle el jugo a lo que sea que estamos viendo. Me convertiré en crítico del cine para ver si hago que valgan la pena. Ahora el único espacio medio privado que tendré con Sofi será el estacionamiento de su casa, que está bastante alumbrado”, dijo Luis, mientras Sofía le decía que ni soñara con soltarle el sostén porque estaba prestándole atención al diálogo de un extra en la pantalla.