En un hecho sin precedentes en la historia de Venezuela, un típico padre de familia admitió su culpa y se disculpó con su hijo por haberse comido unos chocolates que el joven guardó en la nevera, los cuales pretendía regalarle a una muchacha de quien estaba enamorado. El sorprendente hecho ocurrió en Caracas, en el marco de una terapia familiar que ambos decidieron iniciar –y que el joven debe pagar– para mejorar su relación.

Su hijo, Juan Rondón, se mostró sorprendido y emocionado por este gran avance: “Nunca pensé que mi papá fuera capaz de pedirme disculpas. No lo hizo la vez que me dejó caer de la bicicleta, ni la vez que vendió mi PlayStation porque perdió todo el dinero apostando a los animalitos, ni cuando nos confesó que tenía dos familias. Aunque todavía le falta mucho por aprender, creo que es un gran paso para sanar nuestra relación”, aseguró el joven.

Por su parte el padre, Emilio Rondón, entre lágrimas explicó: “Me di cuenta de que le había hecho un daño irreparable a mi hijo, por mi culpa la chama lo rebotó frente a toda la universidad y lo apodaron ‘el pancartica’ por la forma en que se le declaró. Aunque honestamente, tampoco fue del todo mi culpa, ¿quién lo manda a escribirle esa vaina tan fea con marcador fosforescente? ¿Y EN LA UNIVERSIDAD? Esa vaina no se la enseñé yo en ningún momento. Con o sin chocolates cualquier carajita lo habría rebotado ahí mismo. Esas son vainas de la mamá suya creo yo”, declaró el padre, mientras el psicólogo les explicaba que se acabó la hora de terapia y tendrán que volver las próximas 57 semanas para comenzar a reparar su relación.