Aunque pareciera imposible, Andrés Sandoval lo logró. Pudo hacer que su ex esposa, Sabrina, lo odiara un poquito más. Y no fue tan difícil: tan sólo tuvo que hacer realidad el sueño de Víctor, su hijo, que quería de regalo una batería.

“Tú sabes que yo, por mi chamo, lo que sea. No paro en costos ni nada. Así que le compré su batería, para que pueda darle duro a su rock y a sus guachi-guachis esos que él escucha” comentó Andrés, mientras literalmente se hacía pipí encima de la risa. “Hacía falta algo que llenara de música, de color, los 50 metros cuadrados donde vive la cuaima maldita esa y creo que lo logré”.

Intentamos conocer la opinión de Sabrina, pero las palabras con las que se refirió a su ex esposo no pueden ser publicadas aquí, por decencia, y eso que aquí en el Chigüire no nos caemos a mojones para decir groserías. En cambio, Víctor sí nos dejó saber lo emocionado que estaba tan pronto terminó de tocar su nuevo instrumento. “¡Coye, vale, qué cool es mi papá! Yo tenía años pidiéndole la batería y por fin me complació. Lo raro es que vino a hacerlo justo ahora, que se fue de la casa. Me da cosita porque no va a poder ver lo fino que toco” aseguró Víctor mientras tocaba una canción de Caramelos de Cianuro por cuadragésima séptima vez.