Humor negro secuestra y agrede a lectores de blog

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Humor negro secuestra y agrede a lectores de blog


Una confusa situación se vivió el día de ayer cuando un chiste negro agarró por sorpresa a un grupo de personas y los tomó como rehenes. Los hechos ocurrieron en un foro de un conocido blog de la capital. El reloj marcaba aproximadamente las 5 de la tarde cuando el chiste negro irrumpió en la sala, desagradando con su imagen a un grupo enorme de personas, que aunque intentaron salir del local de inmediato fueron obligadas a echarse en el suelo.

La tensa situación se agravó cuando el chiste negro vio la reacción escandalizada de la gente: “¿Ah, sí? ¡Despreciemos todos ahora al chiste negro! ¿Ustedes acaso no saben lo duro que es ser el negro en este mundo chistoso?”. El pánico subió de inmediato cuando el chiste negro agarró por el cuello a un escandalizado lector que apenas llegaba, lo apuntó con un revólver en la cabeza y le gritó:

– Dime, viejo gordo culón: ¿Cómo te llamas?
– A-a-a-a… anónimo. Baja esa pistola, cuidado y se te va un tiro.
– ¡¿Si se me va el tiro, qué?! – Dijo el Chiste
– OK, está bien, tranquilo…
– Dime: ¿Te ríes de los chistes de gochos?
– Sí. ¡Es que son demasiado bestias!
– ¿De gallegos?
– También, son finísimos.
– ¿Ah, sí, finísimos? Los de Jaimito seguro son finísimos, también…
– Bueh, sí, más o menos… Es una rata. Siempre jode a las mujeres. Aunque ya los he oído casi todos, igual siempre me río.
– ¿Los de borrachitos?
– Geniales – contestó el Anónimo.

Al escuchar esta respuesta, el chiste negro apretó más fuerte el revólver, lo que hizo a todos los presentes temer un mal desenlace.

– Mira, gafo: ¿tu eres católico? – Preguntó el chiste.
– Sí.
– ¿Vas a misa?
– No.
– Si viene un borrachito en la calle y te pide plata, ¿le das?
– Ni de vaina.
– ¡Qué linda tu moral, no! ¡Ah, pero para reírte de un borrachito si no la piensas! Seguro tripeas con los chistes de maricos.
– Demasiado buenos. Depende de que tan bien los imiten.
– Ah… ¿y si yo me pongo a imitar un marico ahorita, que tengo una pistola en la cabeza, te daría risa?
– Eh… no.
– ¿Por qué?
– Este…
– ¡Dime por qué, carajo, o te vuelo un tiro!
– … – El hombre permaneció en silencio.
– Yo te voy a decir por qué. Porque soy negro, ¿verdad?

La respuesta no alcanzó a oírse, porque una muchacha la tapó con su risa. Inmediatamente el chiste negro disparó, y un profundo silencio aterrorizó a los que leían. Afortunadamente el disparo no hirió a nadie, porque -según confesó el chiste negro mientras se lo llevaban esposado- un chiste negro no mata a nadie, nunca.

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