Señora pide al Nazareno pagarle promesa el año que viene para poder ir a la playa

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Señora pide al Nazareno pagarle promesa el año que viene para poder ir a la playa

Hasta hace apenas 6 meses, la señora Julieta Fernández (39) estaba a punto de morir por una enfermedad terminal. Luego de ser desahuciada por los médicos y de estar a un paso de rendirse, ella le pidió ayuda al Nazareno; pedido que, según ella, fue correspondido. Ahora, la señora Julieta le pide al Nazareno que le dé un poco más de vida, un año más por lo menos, de modo que ella pueda ir a pagarle la promesa en el 2013; ya que en este momento ella está saliendo para la playa.

“¡Arenita, playita! ¡Me van a encontrar muerta en Choroní! Bueno, mi Nazareno bueno, lo de muerta es un decir, ¿oíste?” exclamó Julieta Fernández momentos después de ser recibida por nuestro pasante subpagado. “Ya yo arreglé mis cuentas con él, le dije que así como había sacado de ese mal trance, me hiciera la caridad de darme un añito más de vida. Sí, chico, lo que pasa es que me da una flojera increíble ahorita y además estoy saliendo para Choroní, porque a Mayela le prestaron una casa buenísima, con piscina y todo. Ya lo sabes, Nazareno: un año más de vida es todo lo que te pido, yo te juro que te prendo tus velitas apenas llegue para que veas que no me olvido de ti. Un añito más para poder pagarte la promesa en el 2013, mira que este año la he pasado bien fea y me merezco mi playita, lejos de los carajitos y bailando tambores con quien se me ponga al frente. Además, todo el mundo quiere pagar promesas el mismo día. ¡Ay no, imagínate ese peo en las catedrales!” aseguró Julieta mientras bajaba la ventana del Chevette de su amiga Mayela para sacar el pie y fumarse un Astor Azul, en la cola de la autopista Valle-Coche.

“De verdad, verdad, mi Nazareno, prometo ir el año que viene, es que ya para este viaje me comprometí y de verdad la casa es bien sabrosa. Si quieres hasta llevo a los hijos míos, que no tienen nada que ver en esto, pero que pasen roncha también. Los voy a poner a caminar descalzos veinte cuadras. ¿No querían seguir con su mamá viva? Bueno, que se quiten sus zapaticos y a arrastrarse por las calles inmundas de Caracas. Ya lo sabes, Nazareno: no me dejes morir. Bueno, literalmente, jejejeje” exclamó la señora Fernández, visiblemente emotiva, para de inmediato regatearle el precio de unas cervezas a un buhonero.

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