“En Venezuela eran unos mamagüevos, pero aquí en Chile son mis hermanos”, fueron las palabras de Gilberto Rodríguez (28), un joven que convirtió a un grupo de personas que detestaba en Venezuela en sus más íntimos amigos solo por ser los únicos conocidos cercanos que emigraron al mismo país donde reside. 

“En la universidad me caían malísimo porque eran todos muy ordinarios. Se la pasaban siempre vestidos con camisas Columbia, hablando de Toyota y escuchando vallenato en las reuniones. Incluso me la pasaba hablando paja de ellos, que si a uno le pegaron cacho, que si el papá de uno era enchufado, que si uno de ellos tenía VPH. Pero desde que estoy aquí en Chile, me junté con ellos porque no tenía otra opción y me parece que no son tan nefastos. De hecho son burda de panas. Desde la vez que me vomité y me dormí dentro de una papelera en una fiesta de venezolanos nos hicimos más que amigos. De pana que ahora son mis hermanazos y hasta los acompaño a los amaneceres gaiteros”, señaló Rodríguez mientras mandaba un video porno al grupo de sus amigos “Los Perritos De La Santa María Chilezolanos”.