Tercer portero sigue deseando que los otros dos arqueros se lesionen

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Tercer portero sigue deseando que los otros dos arqueros se lesionen

Una serie de sentimientos negativos, bien feos, hacen vida en el banco de la selección española. Y no, no tiene nada que ver con el escándalo suscitado por el cambio de entrenadores, faltando apenas días para el debut de la Roja en el mundial Rusia 2018. Tampoco tienen que ver con tensiones o lealtades regionalistas, tan comunes en estos tiempos. El causante de toda esta mala vibra, el motivo de todos estos pensamientos crueles y alevosos, no es otro más que Kepa Arrizabalaga, el tercer portero de España, que en el fondo de su mente no ha hecho otra cosa más que desear que David De Gea y Pepe Reina se lesionen para poder jugar.

«¡Que le den un codazo, Diosito, que le den un codazo… o que al menos caiga y se doble un tobillo… a ver!»

–Kepa Arrizabalaga

Nuestro pasante subpagago, quien por preguntarle una dirección a unos liceistas terminó en Rusia, conversó con Kepa, sentados en la banca, mientras todo el equipo —menos él— entrenaba. «Ya, yo sé, yo entiendo cuál es el rol del tercer portero: viajar, cobrar viáticos, comer como un cerdo, despertarse tarde, pedirle el número a las fanáticas. Vale, lo entiendo. Pero joder, fliparía demasiado jugar. Ya va, dame un segundo, que están practicando un córner. ¡Que le den un codazo, Diosito, que le den un codazo… o que al menos caiga y se doble un tobillo… a ver! Nah, no pasó nada. ¿Tú has visto? ¿Este cabrón como que no piensa ni siquiera cansarse? ¡Dios! ¡No te estoy pidiendo una fractura, con un esguince me conformo!» preguntó un Arrizabalaga, mientras veía a De Gea entrenando.

Al finalizar la práctica, conversamos con De Gea y Reina, quienes ignoraban que su tercer portero albergaba estos aciagos sentimientos. «Coño, ¿Kepa dijo eso? Pero si se le ve siempre de lo más tranquilo ahí sentado en su banca, con su Gatorade, sonriendo y aplaudiendo cuando practicamos!» afirmó De Gea, mientras saludaba hipócritamente al joven portero. «Ahora que lo sé, voy a simular en la próxima práctica que me duele algo, no sé… me tiraré unos 10 minutos en la grama solo para verle la cara. Es más, hasta camilla voy a pedir. Le voy a decir al médico que me siga la corriente, solo para emocionarlo. Vasco tenía que ser, el gilipollas ese» dijo a su vez Reina, mientras guiñaba un ojo hacia la banca.

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