El Chigüire Bipolar cumple 11 años oyendo “no es momento para chistes”

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El Chigüire Bipolar cumple 11 años oyendo “no es momento para chistes”

11 años ya… ¡Si parece que fue ayer que salí del charquito de mi Capanaparo natal! Estaba bastante jojotico cuando eso; el hijo de Genaro y Consuelo, el menor de una familia de 9 chigüiritos, el único que, a pesar de sus incipientes problemas mentales, no había embarazado a nadie antes de tiempo y el que se atrevió a viajar a la ciudad a emprender con un blog propio de noticias con poca veracidad. Por mi trastorno psicológico, mis familiares siempre me aconsejaron que siguiera mi sueño; menos mi tío José Luís, él me dijo que jamás iba a hacer nada importante con mi vida, que consiguiera mejor otro trabajo.

Mi tío José Luis en su trabajo como atracción de un zoológico peruano. ¿Ahora quien ríe mejor?

¡Quién diría que el tiempo iba a pasar tan rápido! Pero no todo el camino fue de victorias, excesos con sustancias ilícitas y maltratos injustificados al pasante. Muchas veces escribir en mi blog sobre cosas como la crisis eléctrica, relaciones de pareja, el dólar, la inflación, Miss Venezuela o política me trajo problemas con el público, o para ser honestos, con una parte del público, que sentía que nuestro país —al igual que el velorio de un payaso— “no estaba para chistes”.

La primera vez que sentí ese sentimiento popular fue el sorprendente día en la que todos quedaron en shock al enterarse que el Real Madrid había eliminado a los diablos rojos del Manchester United. Corría el año 2011.

Aquí quién no estaba para chistes era el árbitro.

¿Estábamos para chistes? No lo sé; pero si hubiera estado al tanto en aquel momento que un par de años después íbamos a tener a Maduro sentado en Miraflores, hubiese hecho más chistes todavía. Eso se los juro.

Siempre he escrito de Venezuela y aunque siempre he exagerado las cosas —menos el trato que le doy al pasante—, jamás creí que alguna noticia pudiera ser ofensiva para alguien. Habría que entender que sí; que estamos pasando por momentos duros en Venezuela, pero lo valioso de reírse ante las situaciones difíciles es cuando la risa se convierte en un símbolo de rebeldía, de no aceptar de buenas a primeras las adversidades. Sin esa rebeldía, a lo mejor aún estuviera en el charquito en Capanaparo, o me hubieran convertido en pisillo en alguna Semana Santa. Además, ¿quién quiere pasar todo el día amargado como Franklin Vírgüez?

Esta es mi cara de no estar para chistes, ¿contentos?

Según el reporte anual de nuestro pasante, donde se recopilan todos los comentarios que recibimos en redes sociales, habitualmente recibo cientos de comentarios del estilo de: “Chigüi, esta vez si te pasastes, por eso estamos como estamos”. A lo que me gustaría responder que no creo que sea posible que por algunos chistes de un blog de humor estemos mal. Estamos como estamos porque a una gente se le ocurrió que estaba bien montar un sistema de dominio total de las instituciones del país, en el que tengamos a un gordo comunista con bigote viviendo eternamente en Miraflores con una fortuna cargada de opulencia, que les permita a ellos robarse todo el dinero que pasa por el país, mientras colocan alrededor suyo a gente armada hasta la coronilla —léase ejército, GNB, PNB, colectivos o malandros— para evitar que esa situación cambie.

Puede que este sea el año en que por fin logremos salir de toda esta pesadilla; y si no, seguiré haciendo mi trabajo diario, de poner al pasante a escribirles noticias parciales y sin veracidad alguna. Porque dentro de todo el desastre que es el país, yo seguiré estando para chistes. Eso se los prometo.

Aquí estaba leyendo todas las respuestas en la parte de atrás de las operaciones del Algebra de Baldor.
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