Aula Magna de la Universidad del Zulia termina de construirse por sí misma
Enfurecida y cansada de acumular décadas de abandono, telarañas y madrigueras de coyotes salvajes, el Aula Magna de la Universidad del Zulia decidió tomar el control de su propio destino. De esta manera, la tosca huérfana de cemento insolado se propuso finalizar el proyecto que tenían preparado para ella.
Desde tempranas horas de este jueves, transeúntes de la Avenida Guajira y Universidad presenciaron la inauguración autónoma del Aula Magna. Para cubrir el acontecimiento, enviamos a nuestro pasante subpagado a la zona, esta vez con un ventiladorcito portátil sin pilas. “La obra comenzó a construirse en 1986, pero por falta de recursos y ladilla de los obreros de no trabajar bajo el sol de 4000 grados, no se había terminado. Bueno mijo, resulta que la verga esa un día se arrechó y dijo: Si ustedes no van a mover ese culo para construirme, me termino yo misma”, declaró Fernando Valles, Presidente de la Fundación Para Halar Bolas Para Que Nos Den Recursos Para Terminar De Construir El Aula Magna Que Debió De Construirse En Dos Años Y Ya Vamos Por Veintiséis, organización cuyas siglas juntas son una vaina atroz.
En palabras de Valles, el proyecto inconcluso tiene más visión que cualquier gobernante que haya pasado por la región. “La coña agarró los pocos materiales de construcción que teníamos arrumados allá atrás, se completó con monte y tierra amarilla, se sacudió unos mariguaneros que tenía adentro y se pintó los grafitis con barro. ¡Yo creo que quedó bien! No será el mismo lujo del Aula Magna de otras universidades, pero por lo menos para que los hippies y los vendedores de Ginzu 2000 vengan a ofrecer sus cosas, sirve.”
La auto-inauguración contó con un majestuoso show lleno de celebridades y sabor local. “De repente empezó a escupir papelillo y serpentinas, comenzó a sonar una gaita hermosísima y apareció Daniel Sarcos invitando a la gente a conocer sus instalaciones. No nos esperábamos tanta algarabía”, comentó un profesor universitario mientras se comía un tequeño datado de 1990, año en el que intentaron inaugurar el recinto por primera vez.
Entre las lujosas instalaciones que mostró el Aula Magna autoconstruida destacan: dos fosas teatrales convertidas en piscinas con las aguas de lluvia, casi 3000 asientos hechos por Cruz-Diez que le robó a un teatro en Caracas, dos salas de cine que el teatro fracasó en ponerle techo y una cafetería.