Cochino se confunde de camión y termina varado en Valencia

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Cochino se confunde de camión y termina varado en Valencia

Los altos costos de mantenimiento, la falta de repuestos y la escasez de efectivo tienen mermado al sistema de transporte de Venezuela. Es por ello que los ciudadanos se han visto en la necesidad de reemplazar los autobuses por camiones 350, trencitos o cualquier cosa que les sirva para llegar a sus trabajos y hogares. Esta nueva dinámica de transporte ha traído muchas confusiones. Como es el caso de Juan José Fernandez, un joven cochino de 115 kg, que confundió el camión del matadero con un camión de traslado de personas y terminó desorientado en Valencia. Sin embargo, por suerte para Juan José, este error no fue tan negativo, pues a los pocos minutos de estar en la ciudad industrial consiguió trabajo en un puesto de churros.


FOTO: Juan José en su primer día de trabajo.

Una pasajera del camión, quien pidió anonimato porque le da pena montarse en esos camiones, contó la conmovedora historia de este cochino. “De verdad que el transporte aquí está horrible. No hay buses, ni camioneticas y, fuera e’ chinazo, a uno le toca montarse en cualquier cosa que pase. Por eso apenas llegó un camión 350 en la parada, todos nos subimos como pudimos. Es más, hasta yo mordí una señora pa’ no quedarme sin puesto. Pero cuando íbamos como a mitad de camino nos dimos cuenta que había un cochino con nosotros. Y no me refiero a un tipo de esos que no puede ver a una mujer en leggins porque le dice cosas sino un cochino de verdad. Un animal, pues. No sabíamos qué hacía él ahí y nos daba miedo hablarle porque era enorme. Pero en lo que estábamos llegando le vimos la mirada perdida como la de un niño cuando lo dejan solo en una cola de supermercado y decidimos preguntarle pa’ dónde iba. El pobre pensaba que estaba rumbo al matadero, pero no, iba a un lugar peor: Valencia. En lo que supo eso, ese cerdito rompió en llanto y solo decía que no podía ser, que de qué iba a vivir él ahí. ¡Daba pena ver al pobre! Sin embargo, como dicen: Dios aprieta, pero ahorca. Así que uno de los pasajeros lo oyó y le ofreció trabajo atendiendo un puesto de churros. Menos mal todo le salió bien”, finalizó la pasajera anónima quien también comentó que no sabe cómo le esta yendo a Juan José en su empleo porque la última vez que fue a visitarlo le dijeron que no estaba. Eso sí, nos recomendó probar el chicharrón que venden en el puesto de churros.

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