Carlos Peralta, un venezolano que ha vivido en Caracas durante 35 años sin ser víctima del hampa, descubrió la mañana de ayer que en realidad no existe, que es un ente producto de su propia imaginación irreal, que es un imposible.

Un robo ocurrido en la torre en la que laboraba Peralta, ubicada en el centro de Caracas, hizo que sus compañeros de trabajo comenzaran a hablar de experiencias propias con el hampa. “A todos les habían robado algo, no lo podía creer, lo peor fue cuando empezaron a echar los cuentos de los familiares a los que habían atracado… ¡Hasta a los niños los roban! Ahí fue cuando descubrí que yo, que nunca he pasado por eso, no existo”, comentó Carlos Peralta desde la dimensión metafísica de la nada.

La desaparición física de Peralta ocurrió al instante en que se dio cuenta de su inexistencia. “Se puso todo transparente, como el tipo este de Ghost al final de la película, y con él también se fue la señora Gladys, la secretaria, porque se dio cuenta que era la única venezolana que siempre conseguía Harina PAN en el supermercado”, comentó Vanessa Torres, quien trabajaba con el desaparecido.

Con el desvanecimiento de Carlos Peralta, el país queda sin huella de venezolanos que no hayan sido víctima del hampa. Bajo el peligro de desaparecer están los conductores que jamás han caído en huecos y las personas que nunca han hecho cola para algo.