En una reunión informal efectuada hoy en una acera de la avenida Vollmer, el Hospital de Niños J.M. de los Ríos reunió a los medios de comunicación de todo el país para confesar, en un insólito arranque de sinceridad y humildad, que está llegando la hora en que comiencen todos a llamarlo «ambulatorio».

«Por favor, sincerémonos: llámenme ambulatorio, y ya»

–Hospital de Niños J.M. de los Ríos

«Señores, los convoqué para pedirles, de pana y todo, que comiencen a llamarme «ambulatorio». Tenemos que acostumbrarnos a llamar a las cosas por su nombre. ¿Hospital? ¡Ja! Desde hace rato a mi me está dando como penita que me sigan llamando así. ¿Ustedes creen que un hospital de verdad tendría todas estas filtraciones por todas partes, este cucarachero, estos olores a cloaca y a meaos de ratas? ¿A ustedes no les da cosa seguirme llamando «Hospital», a pesar de que no tengo medicinas ni vendas ni curitas ni camillas ni ambulancias ni un carajo? Por favor, sincerémonos: llámenme ambulatorio, y ya. De esos rurales, de caserío, por favor. De esos que solo sirven para que los campesinos picaos de alacrán y los indígenas con disentería vayan a morirse en paz» suplicó el Hospi… er… el Ambulatorio J.M. de los Ríos, mientras veía como las ratas usaban la última gasa que tenia en su almacén para hacerle la banda a la ganadora de su certamen de belleza.