Una vez culminadas las exequias del presidente Hugo Chávez, sus 28 millones de hijos procedieron a retirarse a sus casas, hogares o albergues de damnificados, para discutir cuál había sido su legado. Su sorpresa fue descubrir que parte de la herencia incluye una inmensa deuda con la República Popular China.

Mientras se agolpaban en asamblea popular en las puertas de la primera licorería que encontraron abierta camino a sus hogares, los 28 millones de hijos de Chávez hablaron sobre su herencia. «Papá Chávez nos dejó un legado intangible enorme: soy soberano, soy políticamente activo, y estoy endeudado con los chinos hasta las médulas. Solo me quedo debiendo la casita, 7 años esperándola y nada. Pero bueno, me imagino que debo decir ¡Gracias, Comandante Eterno, Flamígero e Intraficable!» afirmó Ramiro Medina, el 19.561.442do hijo de Chávez, quien, mientras trataba de recordar cuánto es que costaba una pata de elefante de Pampero, culminó sus reflexiones: «Yo estoy seguro que nunca olvidaremos este importantísimo legado; especialmente la parte esa de los chinos».

Pero no todo el mundo estuvo de acuerdo con su parte de la herencia. La señorita Cecilia Sánchez, la 25.227.029ava. hija de Chávez, manifestó que ella merecía mucho más que eso. «Oye, vale, uno no debería conformarse con tan poquito. Papá Chávez, nuestro Comandante Infinito, Prerrafaelita e Insumergible, manejó muchísimo dinero, ha podido dejarnos algo mejor en su testamento. ¿No crees? ¡Ahora quedamos a merced de los chinos! Y a mí me pasa una cosa con los chinos: uno los ve, todos igualitos, y una no sabe si están felices o arrechos. ¿Cómo vamos a saber el día en que lleguen molestos a pretender cobrarnos?» comentó Cecilia, mientras inadvertidamente pagaba 40 bolívares de sobreprecio por una botella de vino tinto.