Familia amish se muda a Venezuela para desconectarse de la tecnología y los servicios

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Familia amish se muda a Venezuela para desconectarse de la tecnología y los servicios

Los miembros de la familia Baier, una reconocida familia de menonitas del condado de Lancaster en Pensilvania, emprendieron un largo viaje en carreta de 11 meses de duración luego de que se enteraran que en América del Sur existía un país donde la luz eléctrica prácticamente no existe, el servicio de agua potable no es constante y la tecnología se ha quedado atrás con el pasar de los años. Sí, adivinaron: el país elegido por los Baier para echar raíces es Venezuela, o como ellos mismos lo llaman, el paraíso Amish en la Tierra donde la tentación pagana de la tecnología no existe.

Nuestro pasante subpagado logró conversar con Hubbert Baier, padre de la familia Amish, comunidad religiosa conocida por aislarse de las costumbres del país donde llegan, tener su propio idioma y rechazar cualquier uso de tecnología: “Nosotros teníamos muchísima curiosidad, porque los cuentos que nos llegaban allá a nuestra antigua morada nos hablaban de un país sin electricidad, sin dinero, sin transporte, sin internet, con significativos atrasos tecnológicos, y eso nos sonó como el mejor lugar de la Tierra para vivir. No hay casi ninguna tentación pagana para que nuestra comunidad nos abandone, aquí podremos sobrevivir por décadas manteniendo la tradición de nuestros ancestros, consiguiendo nuestra propia comida y hacer todas nuestras cosas a la antigua usanza, de hecho tienen una sociedad política que se basa en el retroceso y no puedo decir que simpatizamos con sus gobernantes, pero sus políticas se parecen bastante a la de nuestros ancestros, así que aquí estamos” sentenció Baier mientras preguntaba a cuál de sus 9 mujeres le tocaba hacer la cena.

Pero no todo es felicidad en la familia Baier. El señor Robert Baier, otro de los miembros de la comunidad que viajó, expresó lo siguiente: “Fue una mala jugada venir a este país, tenemos 3 meses aquí y ya nos queremos ir, no logramos asentarnos porque de una vez iniciamos las actividades de ganadería, el gobierno nos empezó a expropiar las vacas. Unos ladrones intentaron robarnos los celulares y nos golpearon por no tener nada, hasta una de nuestras hijas se nos fue con uno de los malandros a bailar reggaeton y esas cosas paganas, yo no se como la gente puede vivir en este país, esto es horrible” finalizó el atribulado Robert, segundos antes de enfilar su carreta en dirección a Cúcuta.

 

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