Al igual que unas disculpas después de haber sido infiel, la moneda nacional no tiene ningún valor; y con el paso de los minutos lo pierde cada vez más. Esto ha causado muchos inconvenientes, como el que le pasó ayer al señor Héctor Campos, cuando fue a buscar su liquidación: a pesar de haber recibido un cheque con sus prestaciones sociales tras 20 años de trabajo igual terminó pidiendo prestado para poder pagar el estacionamiento.

“Apenas llegué a la oficina, me pareció muy raro que la secretaria me recibiera con un abrazo y me dijera al oído ‘lo siento mucho’, pero en lo que me entregó mi cheque de liquidación entendí todo. ¡20 años de trabajo en esa oficina para eso! Eso es una miseria, poco menos que nada. Con decirte que el papel del cheque costaba más de lo que me tocaba en la liquidación. Lo recibí indignado pero qué va, le pagué más al abogado para que calculara el monto de la liquidación, que lo que recibí. Al final me tocó pedirle prestado a la secretaria, a un motorizado y al gerente de Recursos Humanos para terminar de pagar el estacionamiento, que por cierto me robaron el retrovisor e hicieron igual que un padre adolescente, no se hicieron responsables de nada. ¡Esta gente sí es arrecha de verdad!” finalizó el señor Campos, mientras daba su cheque de liquidación como propina al parquero.