La señora María Alejandra López de Gutiérrez cae por inocente

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La señora María Alejandra López de Gutiérrez cae por inocente

El repique del celular, con una canción de «Il Divo», despertó anoche repentinamente a la señora María Alejandra López de Gutiérrez, ama de casa y madre de dos hijos. «Dios mío», musitó, consciente como era que las llamadas a esa hora suelen traer malas noticias. Como pudo, consiguió sus lentes entre la oscuridad, vio que el celular decía «Evaristo» y atendió.

Pero no fue una mala noticia. La angustia de medianoche se evaporó al instante. Evaristo -su yerno, que tiene un amigo que conoce al chofer del ministerio de Defensa- fue enfático:

– ¿Aló, señora María? El hombre cayó. Huyó. A Cuba. Salió en Noticiero Digital.

No lo pudo creer. Sin ponerse la bata siquiera, fue a la nevera y destapó la botella de champaña que compró en el 2000, para celebrar la ocasión. Llamó a Luli en España, a Adelita en Houston, a Sergio y a Gisela en Miami, a la comadre en Bogotá, para darles la buena noticia a todos. Todo ese revuelo incluso despertó al señor Ricardo, su esposo, que desde que anda con los dolores de espalda toma pastillas y duerme como un tronco.

– Ricardo, se fue… ¡se fue!

No pudo contener las lágrimas. Todas las marchas, todas las puteadas cada vez que el «Loco ese» se encadenaba, todas las bailoterapias, todos los pálpitos que sintió cada vez que veía a Pablo Medina con Miguel Angel diciendo que «ahora sí», la rabia que sintió con Arias Cárdenas, todo se compensó. Tocó cacerolas en la ventana. Colgó la bandera -la de 7 estrellas, por supuesto- de la reja del balcón. Se acordó de la pobre Patricia, pobrecita allá, en aquel duro exilio. Cuando amaneció hoy, el señor Ricardo la encontró dormida en la mesita de la cocina, delante de la botella vacía de champaña, media de ron y seis soleritas azules, con el televisorcito de 11 pulgadas prendido en Globovisión.

Al despertar, la señora María Alejandra López de Gutiérrez se vistió para ir a poner una ofrenda a la Plaza Altamira y le pidió a Dios que le diera la oportunidad de cruzarse en el camino con un chavista, para gritarle «se va, se va, se va». Mientras se ponía la visera en la peinadora, le pareció muy extraño que en Globovisión nadie hubiera hablado del tema, pero pensó que quizás todavía estaban silenciados, «eso es por culpa de la maldita Ley Mordaza, seguro. Pero Evaristo me dijo que en Noticiero Digital la noticia la daba la televisión europea». Al final, ni el señor Ricardo, ni sus hijos, tuvieron el coraje de decirle que era una broma del Día de los Inocentes. Esperaron a que saliera para llamar a Evaristo y mandarlo al carajo.

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