Desde su creación en el 2008, la moneda de Bs. 0,125 jamás le ha encontrado significado a su vida. Tanta ha sido la tortura para la moneda, que se entregó al alcoholismo para sobrellevar su fútil existencia.

“No soporto más esto, ya no sé ni qué fecha es ni nada”, exclamó la moneda de Bs. 0,125 mientras vendía una cadena de plata para comprar una botella de anís Cartujo. “¿Tú sabes qué es que te tengan en la cartera todo el día y nunca te usen? Hasta me han entregado para pagar y la cajera me devuelve porque soy ‘una incomodidad’. No chico, ya yo no le veo sentido a la vida. En el 2008 me dijeron que iba a servir para completar el vuelto, que todos me iban a desear; pero mírame, acá revolcándome en mi propia mierda, sin bañarme en ocho días”.

La moneda de Bs. 0,125 continuó la entrevista, pero no antes de aspirar una línea de perico. “Yo no siento nada, es como si el tiempo se hubiera detenido en el 2008. No sé ni dónde estoy. Una vez intenté recuperarme, fui a una charla junto a los difuntos billetes de 5, 10, 100 y 500 de los viejos, pero me rendí. Nos volvimos a ver hacer poco en el funeral del Fuerte, la Puya y la Locha; pobres, estaban ya todas ancianas y secas. Aunque acá entre nos, esas desgraciadas eran unas racistas”, comentó la moneda de Bs. 0,125, quién le pidió al pasante subpagado que le hiciera el amor para intentar sentir algo otra vez.