Ricardo Ruiz, director de Protección Civil de la región central, anunció el éxito del procedimiento para rescatar sesenta víctimas de la infernal cola para pagar en la tienda Zara del Centro Comercial Sambil, en la ciudad de Caracas.

Hablamos con Ruiz, quien presentaba evidentes marcas de arañazos y golpes causados por las violentas criaturas que habitan en la tienda. “Fueron ocho largas horas en un difícil procedimiento. Luego de lograr penetrar la cola a las afueras del local, entramos al sector de la ropa femenina, ese fue el tramo más difícil. Eran manadas de mujeres que iban de un lado a otro. Tuvimos que tomar refugio en la parte de ropa de invierno, porque nunca nadie va para allá. Esperamos tranquilamente unos minutos, y sin hacer mucho movimiento logramos pasar a través de un grupo de damas gruesas a las que evidentemente nunca les iba a entrar ninguna de las prendas que llevaban a los probadores” comentó mientras ordenaba la intervención de los bomberos en la tienda Bershka, donde una señora insitía en pagar con una tarjeta de débito que había rebotado ya diez veces.

Cuando las autoridades llegaron a la caja, las sesenta víctimas -que llevaban más de 96 horas atrapadas en la caja- fueron rescatadas con éxito de la cola del local, sin embargo, al salir del establecimiento, la multitud del Sambil hizo que las víctimas del incidente fueran expuestas a los peligros del consumismo decembrino.

Sabrina Zozaya, una de las víctimas rescatadas, duró más de cuatro días atrapada hasta que logró comunicarse con sus familiares. “Fueron horas y horas de dolor. Estaba atrapada y no había señal por culpa del gentío. Al cuarto día, cuando ya solo me quedaban cinco personas por delante, me rendí. Me acerqué a una de las entradas de la tienda y marqué el 171. Nunca me había sentido tan aliviada en mi vida. No puedo creer que haya salido viva de ahí.”

Se espera que situaciones similares ocurran en las diversas tiendas de la cadena de ropa española, por lo que se recomienda a las personas buscar tiendas alternativas y evitar querer comprar la misma ropa que el resto del mundo.