Ministro chavista no entiende cómo pueden existir venezolanos que no vivan bien

Política

Ministro chavista no entiende cómo pueden existir venezolanos que no vivan bien

El psicólogo Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación e Información y fiel representante de la escuela hanniballecteriana y edmundochiriniana, sacudió hoy a la opinión pública al declarar que no entiende cómo pueden existir venezolanos que no vivan bien.

Rodríguez habló ante las cámaras del programa de opinión “Vladimir a la 1”, transmitido a las 8 por Globovisión: “En primer lugar, no entiendo a la gente que se va a otro país a pasar trabajo, a romperse la espalda trabajando para pagar servicios caros, gasolina cara, hasta pagar vainas que son gratis aquí, como los dólares preferenciales; pero tampoco entiendo cómo es que la gente no vive bien aquí en nuestro propio país. ¿Cómo es posible que el sueldo no les alcance? ¡Sobre todo cuando el camarada Maduro se los aumenta cada quince días, más o menos! Fíjense en mi caso: yo con mi sueldito vivo bien, tengo mi casita humilde, lanchita y un huequito de veraneo en la Costa Amalfitana, chef, avión privado, mis escoltas, mi Audi chocado, mi cuenta en Andorra y en Turk & Caicos y no ando con ese drama de que no puedo vivir en Venezuela; claro, todo eso lo tengo con lo justo, sin mucho lujo, pero es una muestra de que si se quiere se puede. Claro, para lograr eso hay que dejar de lado la quejadera, la gente vive quejándose y así no se echa pa’lante. El tiempo que pierdes quejándote es tiempo que puedes emplear como yo, para trabajar y producir. Es un guevo todo el tiempo, que si no hay efectivo, que si no hay dinero, que la CLAP no ha llegado en 9 meses, que sin en los mercados no hay nada, que si no hay remedios. ¡Caramba, vale! Yo se los recomiendo hasta por salud mental: un poco de actitud positiva, una sonrisa, una buena cara, y el panorama le cambia bastante. Anda, hagan el intento, métanle buena vibra al asunto; ya verán como van a lucir hambrientos, pero alegres. Enfermos, pero alegres. Malpagados, pero alegres. ¿Quién quita que esa alegría le abra la puerta a algo mejor? Hagan como yo, sonrían. ¿Ustedes no me ven sonriendo todo el tiempo? Aprecien mi sonrisa, miren que me cuesta un mundo. Llego a la casa con calambres en los cachetes, con una tensión bestial en la cara, pero bueno, nada que mis masajistas no puedan resolver. En fin, quería decirles eso, que aquí sí se puede vivir bien, sin tener que irse a otro país a tener ahorros, vacaciones, viajes y todo ese sufrimiento de capitalista” finalizó Rodríguez, mientras mandaba a despedir —con una gran sonrisa— a un camarógrafo por verlo directamente a los ojos.

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