En medio de la crisis política más importante de la historia contemporánea de Venezuela, el único responsable de que en Miraflores no falten gomitas de ositos ni emulsión Scott, Nicolás Maduro, volvió a comprobar que no es falso el mensaje repetido por multitudes de venezolanos —que responden con un unísono “¡coñoetumaaaadre!” a la sola mención de su nombre— al dar órdenes directas de asesinar a más de 14 personas y herir a más de 60 manifestantes, entre ellos, algunos pemones, con el único propósito de impedir la entrada de la ayuda humanitaria. Para que no quedara dura de esto, le añadió una capa más de crueldad, al quemar los camiones que transportaban valiosos cargamentos de alimentos y medicinas.

«Maduro claramente rompió lo que yo y otros laureados analistas políticos llamamos: ‘El coñoetumadrómetro’»

–Erwe Von Esse

Erwe Von Esse, director de Chigüianálisis, la prestigiosa empresa de análisis políticos —y ahora también surtido abasto de víveres—, ofreció su no solicitada opinión sobre el tema, no sin antes, pedirnos que le diéramos la cola del cigarro: “Fíjate, la verdad es que en estos momentos que vive el país, hemos visto a un Maduro aferrado a toda costa al poder, un Maduro que está igual que Tony Montana, con la diferencia de que a Maduro solo le gusta esnifar montañas de Nutella. Este 23 de febrero, Maduro claramente rompió lo que yo y otros laureados analistas políticos llamamos: ‘El coñoetumadrómetro’; sólo algunos ex gobernantes como Saddam Hussein, Muammar Khadaffi o el rey Joffrey de Game Of Thrones al colgar la cabeza de Ned Stark habían logrado romperlo antes. Sin embargo, hoy fue otro de esos días donde Maduro comprobó que el colectivo no se equivoca cuando grita con todas sus fuerzas “¡coñoetumadreeeee! al escuchar su apellido. Y la verdad es que nadie lo había logrado con tanta simpleza, estoy seguro que hasta mi ex cuñado, que toda la vida ha sido un coñoemadre, estaría indignado de ver lo que Maduro hizo hoy; y eso que él terminó con mi hermana en Navidad y estando ella en estado”, aseguró Von Esse, mientras nos preguntaba si podíamos dejarlo en Chacaíto para tomar el metro.