El arte del cortejo, el agasajo y la fineza todavía no están muertos, pues el treintañero Andrés Londoño lo mantiene más vivo que nunca con sus labias que convierten simples frases en corazones acelerados. Como esta misma tarde, por ejemplo, cuando aseguró ser un fanático empedernido de Alleh y Yorghaki sólo para cuadrarse una chama 10 años menor.