Así como no se necesita ser un experto para ser un gran artista, tampoco se necesita higiene para hacer un gran descubrimiento. Así lo demostró el nuevo premio Nobel de la ciencia, Ernesto Villamizar, un joven oriundo de Maracay que a pesar de las incontables ensaladas, pastichos y nachos con queso que pasan por su lavaplatos, siempre le da largas a vaciar el filtro del desagüe, donde poco a poco la materia orgánica evolucionó hasta llamar papá a Ernesto. 

El hecho de inmediato conmocionó a la comunidad científica, que ni siquiera con la más alta tecnología, cientos de años de investigaciones y sus blancos pelos desarreglados han logrado crear artificialmente una criatura tan avanzada como Pastichín. Por ello, La Academia Sueca de la Ciencias ha entregado el premio nobel de fisiología a Ernesto, para reconocer su ardua labor para pasar por alto las montañas de sobras que se quedaron atascadas en su drenaje durante meses, cultivando así una nueva esperanza para la permanencia de la vida en el universo a través de los lavaplatos de la gente que vive sola.