El señor Atilio Rincón, ingeniero y actual sobreviviente gracias a la venta de tortas que hace su mamá cuando encuentra harina y azúcar, se dirigió hoy al presidente interino Maduro para solicitarle que por favor lo expulsen a él también, así como lo hizo con un diplomático estadounidense, ya que tiene siete años sin poder agarrar si quiera una semanita de vacaciones.

«Adelante, señor Maduro. Expúlseme, que ya estoy reventado de trabajar vendiendo las malditas torticas estas. Y fíjese que no le estoy pidiendo que me bote que si a París o a Estados Unidos. Póngame aunque sea en Maicao, aunque sea en autobús. Desde que me gradué hasta ahorita he metido más de cien currículums, y nada. Sobrevivo de las malditas torticas de mierda estas. Ande, por favor. Se lo imploro. Bóteme. Si quiere mándeme el teléfono de los militares estos a los que llamó el fulano este Del Mónaco; si lo que necesita es mantener las apariencias, yo les mando un mensajito. Un retweet de Lucio Quincio. Lo que sea. ¡Pero bóteme, expúlseme, por lo que más quiera, por favor!» afirmó el ingeniero Rincón, mientras le decía a una secretaria renuente a comprar una torta de zanahoria que podía pagarla en tres cuotas.

Al ver la desgarradora súplica, la señora Matilde de Rincón, madre del atribulado ingeniero intercedió por la expulsión de su hijo. «Vicepresidente Maduro, o presidente, si es que así lo prefiere. Usted no sabe el dolor que me da ver al pobre Atilio sufrir como sufre, repartiendo currículums todos los días con ese bolso llenito de tres leches y marquesas. Expúlselo aunque sea dos semanitas, no sea malo. Yo he guardado una platica como para que el pobre Atilio pueda salir y ver un poquito de mundo. A lo mejor, ¿quién quita?, eso es lo que le hace falta para que consiga un trabajito. Bueno, a lo mejor eso y que dejen de perseguir a la gente que genera empleos, pero bueno, mehjor no sigo no vaya a ser que no me expulsen al muchacho. ¿Quiere una tortica? Yo se la mando. Pero porfa, no me deje morir al muchacho, que anda ilusionado con que lo van a expulsar por todo lo alto, en cadena nacional» dijo la señora Matilde, mientras rendía, gracias a un secreto de familia, un kilo de harina para hacer veinte tortas.