Guardia de honor encargado de cuidar silla presidencial se sienta "pa' ver cómo es el peo"

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Guardia de honor encargado de cuidar silla presidencial se sienta "pa' ver cómo es el peo"

El teniente Gabriel Zambrano, Guardia de Honor encargado de cuidar la silla presidencial del Palacio de Miraflores, se tomó durante la mañana de hoy cinco minutos de descanso y se sentó en ella “pa’ echar un camaroncito, y ver cómo es el peo”. Pero con lo que no contaba Zambrano es que Nicolás Maduro, Elías Jaua, Diosdado Cabello y José Vicente Rangel, quienes al parecer no se han alejan más de 20 metros del lugar en los últimos 4 meses, lo despertaron para que se bajara.

Diosdado Cabello, quien se encontraba notablemente molesto, acusó al guardia de traidor y abusador. “¿Cómo va a estar ese señor sentándose ahí? Esa silla tiene nombre y apellido, papá. Pero no te lo diré porque tu sabes, lo que se dice en voz alta se empava. No te imaginas el susto que me pegó este soldadito abusador» afirmó Diosdado, mientras enviaba una solicitud a Banesco para que le abriera una segunda agencia en su casa, y así no tener que bajar las escaleras para hacer un depósito. «Yo vi que había alguien sentado y dije: nada, se alzaron los militares, el desgraciado de Nicolás seguro está detrás de esta vaina. Pero no, afortunadamente era el muchachito este; lo bajamos a escobazos y lo sacamos de ese sagrado lugar. ¿Qué vaina es esa, ah?” comentó, sentado en la silla, Diosdado Cabello, que a los 5 minutos de terminar de hablar se dio cuenta que se había sentado, por error, sobre Nicolás Maduro.

Por su parte Gabriel Zambrano se defendió asegurando que lleva casi 6 meses custodiando una silla vacía. “Yo lo que quería era ver cuál era el peo, por qué todos se quieren sentar ahí. Eso era todo. Pero solo duré como treinta segundos. Eso fue lo que tardaron en saltar ese poco de zamuros. Ah, el primer mes que Chávez se fue a Cuba, nadie dijo nada; que si estaba muy sano, que si sería Presidente hasta el dos mil siempre y toda esa vaina. Pero ahora que la cosa está pelúa, ahora sí; se acuestan a dormir en el pasillo, hacen pipí y pupú en el pasillo, no se mueven ni por error de ahí. Ellos creen que yo no me doy cuenta. Déjalos quieticos” comentó Zambrano, mientras aceptaba que una semana se llevó la silla a su casa y nadie se dio cuenta.

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