Joven se disfraza de lingote de oro para que lo saquen del país

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Joven se disfraza de lingote de oro para que lo saquen del país

David Gutiérrez era, si se quiere, un tipo afortunado. Tenía todo listo para irse del país. Pasaje. Pasaporte. Hasta algunos ahorritos, luego de haber vendido hasta la última de sus posesiones. Pero dos semanas antes de partir, llegó la pandemia y acabó con todos sus planes. Ahora, sin trabajo y sin muebles en la casa, David es un tipo desesperado. Y ya todos saben que la gente desesperada hace cosas desesperadas. Por eso, David comenzó a exhibirse disfrazado de lingote de oro frente a la sede del Banco Central de Venezuela (BCV), en un intento nada disimulado de tentar a alguno de sus ejecutivos se lo robe y lo lleve a otro país.

La imposibilidad de tomar algún asiento en uno de los pocos vuelos —humanitarios o de “políticos”— que salen de Maiquetía fue lo que llevó a David a apostarlo todo con esta peligrosa estrategia, a la que sin embargo le tiene mucha fe: “Yo sé que paseándome por aquí disfrazado de lingote corro el riesgo de que algún malandro me robe, pero bueno, ¿ustedes creen de verdad que uno de estos ejecutivos del BCV va a dejar pasar unos 5 segundos antes de ponerle la mano encima a un lingote que está suelto por ahí? No hay nada que le guste más a esa gente que llenar sus aviones con un sabroso lingote de oro, así pulidito y reluciente. Un lingote para ellos es como para mí una empanada recién salida de cazón, acompañada con un vasito de esos con salsa de ajo. ¿Ves? ¿Viste lo rápido que se me hace agua la boca? Así pasa con ellos, estuve demasiadas horas de la cuarentena haciendo un perfil psicológico para ver cómo reaccionan ante ciertos estímulos. Y sí, antes que lo digas, estoy desesperado. No me importa cómo ni con quién pero de que salgo de este país, salgo. Si me llevan a una bóveda en Suiza o en Andorra o en Irán o las islas Caimán ya inventaré como escaparme de ahí; así sea de máxima seguridad, no va a ser más difícil que salir de Venezuela ahorita”, concluyó Gutiérrez, dos microsegundos antes de que un vicepresidente del BCV lo metiera en un saco.  

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