Federico Guerrero, un científico de la Universidad Simón Bolívar, logró lo que todos creían imposible: construir una máquina del tiempo. Al terminarla, lo primero que hizo Guerrero fue viajar al pasado y asesinar al primer venezolano que se coleó. Cuando el científico regresó al presente, Venezuela ya era una potencia económica.

“Eso era todo, había que matar al primer güevón que se coleó y así no se desencadenaron los hechos que nos llevaron al subdesarrollo. El señor era un blanco criollo llamado Julio Guzmán, había una cola en la pulpería y quiso adelantarse en la cola haciéndose pasar por un enfermo. Apenas lo vi, le eché ántrax y listo, problema resuelto. La gente comenzó a creer que colearse o realizar cualquier otro acto de viveza provocaba la muerte. La cosa se convirtió en una creencia popular como El Sereno y más nunca nadie intentó atropellar las leyes de la buena conducta para conseguir sus objetivos en este país», expresó Guerrero.

Los venezolanos que sucedieron a este hecho se caracterizaron por llevar vidas honradas y respetar las leyes, «no porque entendieran que eso los hacía mejor como sociedad, sino porque para los oriundos de este país las supersticiones son más sagradas que las leyes», comentó el historiador Gerardo Fierro. Con la erradicación del facilismo, Venezuela consiguió convertirse en el primer país primermundista de Latinoamérica. «Con este giro histórico, el orgullo de los venezolanos no es el Miss Venezuela, ni sus riquezas naturales sino cosas de verdad arrechas», concluyó Guerrero.