Señora espera que escasez de licor haga que los barrios terminen de bajar de una buena vez

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Señora espera que escasez de licor haga que los barrios terminen de bajar de una buena vez

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Luego de leer la noticia  sobre la disminución de la venta de licores, que podría causar el cierre de algunas licorerías para el mes de diciembre, María Betania Belloso —una señora valenciana residente de El Parral— alimentó sus esperanzas de que el alcohol será el elemento que por fin propicie un estallido social terrible.

Emocionada, la señora Belloso recortaba y enmarcaba el trozo de prensa en el que se informaba acerca de la eventual escasez de mercancía alcohólica. “Esto es maravilloso, la mejor noticia que ha salido en los últimos años; porque si hay algo que a este pueblo no le pueden quitar, es la cañandonga. Vamos a quitarnos la careta, mi amigo: somos unos borrachos, tú te paras a las 8 de la mañana y ya ves a todas esas licorerías llenitas de sinverguenzas afuera bebiendo. ¡Imagínate si les quitan eso! Es un efecto dominó: los barrios se molestan, bajan y… ¡adiós Maduro, adiós chavismo! Van a haber saqueos, van a matar gente, van a incendiar edificios completos, van a violar monjitas, van a poner la cabeza de los responsables en estacas en las plazas para que todo el mundo pueda pasar y les escupa… una situación de ingobernabilidad bella, justo lo que este país necesita. Eso es lo que hace falta para que caiga esta dictadura, que los cerros se arrechen… me disculpas que use groserías, pero es que esto es insostenible, aquí lo que hace falta es que se termine de parar un peo de una buena vez ”, aseguró con la mirada desorbitada la señora María Betania, mientras nuestro pasante subpagado la entrevistaba y temía un poquito por su vida.

Esta no es la primera vez que Belloso se ilusiona con que las zonas populares generen caos; Miguel Belloso, esposo de María Betania, asegura que cuando el gobierno amenazó con eliminar las carreras de caballos y con intervenir el béisbol, su mujer reforzó la entrada de su casa, compró provisiones y armó planes estratégicos para protegerse de las hordas. “Estaba feliz. Tenía un plan que era que si se trataban de meter en la casa, trepando por los balcones, les íbamos a lanzar aceite caliente. O bombas de agua congelada con tuercas y clavos adentro. Estaba segura de que los barrios no iban a aguantar que el gobierno se metiera con las cosas que le gustan, pero al final no hicieron nada, nunca pasa nada. Y ahora ando yo con ese congelador lleno de bombitas de agua que no sirven para nada. ¡Y libre Dios que uno se las bote!”, afirmó Miguel Belloso, mientras su esposa le hacía limpiar un rifle de balas de salva que usarían para inmovilizar a miembros de una masa de personas furiosas. “Sólo espero que esta vez pase algo, a ella le pega mucho cuando nadie incendia la ciudad”, concluyó el esposo de la autodenominada «última esperanza anarquista valenciana».

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