Abuela súper nerviosa con niños usando luces de bengala

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Abuela súper nerviosa con niños usando luces de bengala

Los vecinos de la calle Suapure envidian a los Martínez. En navidad, se reúnen prácticamente todos los días, para compartir amenas jornadas de bebida, comida e intercambios de regalos.  Sin embargo, toda esa felicidad se vino abajo anoche, cuando Clara de Martínez, abuela de profesión, aseguró sentirse “sumamemente” nerviosa viendo a los niños jugando con las luces de bengala.

Nuestro pasante subpagado, nieto de la mencionada abuela, aprovechó la casualidad de estar en el lugar de los hechos para captar de primera mano las declaraciones de la adorable anciana: “Ay mi amor, sírveme un Ponchecremita, ¿si? Pero no me le pongas mucho yelo que se me congela el paladar… Mira, mira como corre Oscarcito con esa luz de bengala. ¡Cristina, por favor, ponle reparo a esa criatura! No, mija, tu sabes que a mí esas guarandingas no me gustan, esas bichas se ponen calientísimas, más caliente que el Sol. Le llega a tocar la pielcita y se le derrite, huy huy no no, miraaaaaa, ¡Oscarcito! ¡Cristina por favor, haz algo coño!” suplicó la abuela dirigiéndose a su hija.

Por su parte, Cristina Martínez, madre de Oscarcito y María Angélica, quien también corría con una luz de bengala, no dio mayor atención a los reclamos de su madre y siguió comiendo pan de jamón: «ay mamá, los niños son así, no les hagas caso».

La indiferencia de la hija hizo que los reclamos de la señora Clara trascendieron a un nivel que hizo que los presentes comenzaran a sentirse incómodos. «Esos muchachos están es faltos de mano dura, no puede ser que un adulto les llame la atención y ellos como si una estuviese pintada en la pared, después no se extrañen cuando se metan a mariscos o a drogos o a malandros… eso es falta de carácter, en mi época ya le hubiéramos volado un correazo o un aplauso en la cara, para que respeten… No, es que no se puede andar por la vida así, criando a unos animalitos realengos. Cristina, mija, si no haces algo tu te voy a cuerear, a mi no me importa que ya tengas 35 años encima, siempre vas a ser mi hija».

No sabemos si fue el nivel de los reclamos de la doña o que Cristina mordió una aceituna con semilla, pero la discusión pasó a palabras mayores. Cristina enseguida aseguró que la abuela exageraba en su preocupación y que si esos carajitos eran unos terremotos era porque la abuela los tenía demasiado consentidos: “Mira mamá, tu estás vieja, ¡qué bendita manía esa de ustedes los viejos de ver todo como una tragedia! ¡Cuando nosotros éramos pequeños hacíamos cosas mil veces más peligrosas y tú ni nos parabas bola, no decías nada, no eres tu precisamente quien va a venir a enseñarnos cómo criar un muchacho!» De inmediato la señora Clara se arrechó, y se lamentó en voz alta, diciendo que no sabía por qué carajo Dios no terminaba de llevársela para estar por fin al lado de Facundo y poder ahorrarse los malos ratos que la hacían pasar esta pila de malagradecidos. Al oír esto, Cristina explotó: «¡MAMAAAAAAA, DEJALOS CORRER TRANQUILOS VALE, SON NIÑOS, NO NO NO, NO ME DIGAS QUE HACER CON MI VIDA, YO SOY UNA MUJER ADULTA!». Al ver que su madre se reía en su cara, agarró de la oreja a Oscarcito y María Angélica y juró que pasaría el 24 y el 31 en cualquier lugar menos en esa casa de locos.

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