La desaparición física de la cantante Amy Winehouse representa para Gregory Hollburn, el perverso y malévolo ejecutivo cliché de Island Records, el inicio de una serie de éxitos comerciales para la compañía.

“Todos en la disquera aplaudimos la noticia el día de hoy, esto significa que podremos vender material inédito, recopilaciones de sus mejores canciones y posiblemente un documental sobre su patética vida. Es una noticia maravillosa” Reconoció Hollburn en su oficina en Nueva York mientras acariciaba un gato negro disecado.

Para altos ejecutivos de Island, la edad de la artista era ideal para su muerte. “Kurt Cobain, Jim Morrison, Jimy Hendrix y Janis Joplin, todos murieron a los veintisiete años. Esto nos permite mercadear la muerte de forma efectiva y con un concepto claro. Ahora Amy forma parte de la élite de cantantes muertos explotados posteriormente por la industria del entretenimiento. Ya vengo, que tengo que firmar un contrato para la venta de los derechos de Bossa-and-Amy” concluyó Hollburn.