Arturo Hernández es un joven de 19 años, estudia primer semestre de mercadeo y hasta ayer fungió como pasante en el área de publicidad de una reconocida empresa venezolana. Pero debido a la emigración del 99% del personal, ahora es el presidente de la compañía.

“Siempre fue mi sueño lograr algo como esto. Ayer me avisaron y hoy vine directo al último piso, al de los jefes, pues. Me puse por segunda vez el traje con el que me gradué y no traje la lonchera. Lo único malo es que no hay vigilantes, secretarias, choferes, ni compañeros de oficina. Todos se fueron del país. Lo que me preocupa es que probablemente mañana no exista la empresa tampoco porque yo no sé hacer este trabajo” declaró Arturo mientras ojeaba en Facebook fotos de sus antiguos compañeros con una vida digna en el exterior.

Al recién nombrado presidente de la compañía le espera un reto importante, pues encontrar empleados nuevos se ha hecho cuesta arriba en un mercado laboral afectado por la fuga de cerebros. “Todos los que llamo no atienden y si reviso su whatsapp dice que están en Dublín o Buenos Aires. Hago un llamado a que vengan mañana a entrevistarse. Perdón, me tengo que ir ya. Mañana tengo la cita de la visa y no he preparado los papeles.”